
Revista DM2
Octubre 2016



AUTISMO
(2° parte)
Por Caren Paola Rodríguez Rangel
Déficits de comunicación
y lenguaje
Cuando un niño está
produciendo sus primeras
palabras, es el momento en el cual aproximadamente
el 50% de niños que no las
producen aún, reciben el diagnóstico presuntivo de
"Trastorno del Espectro Autista" (TEA). Sus padres concurren por sugerencia del pediatra, jardín, niñera o por dudas propias en comparación con el desarrollo de sus otros hijos, y consultan al especialista para saber si su hijo tiene autismo debido a que observan diferencias en el desarrollo del lenguaje esperable
MATICES
Los matices que se pueden observar en la afectación del lenguaje en TEA son muchos, van desde el nene/a que está sumido en un mutismo total o funcional, que presenta un retraso significativo en el desarrollo del vocabulario y/o deja de utilizar las palabras ya adquiridas en edades tempranas, al niño/a de edad escolar, que cuenta con lenguaje muy literal y rígido, que parece pasar por alto o no comprender muchas de las interacciones que suceden a su alrededor, que presenta alteración del lenguaje comprensivo de textos, uso de neologismos, tiene ecolalia y/o verborrea, habla como extranjero, y ante los demás parece, o un pequeño profesor o un chico reiterativo y poco empático. Esta personita está evidenciando que algo pasa con su desarrollo, algo lo está afectando, sus escasas habilidades comunicativas están limitando su relación entre su mundo interior y el mundo exterior que lo rodea.
Ahora bien, es importante en este punto evitar caer en un error recurrente en cuanto al lenguaje y su relación con TEA. Recordemos que muchas veces somos los psicólogos quienes recibimos estas preguntas: “¿Qué le pasa a mi hijo que no habla?” “¿Va a hablar en algún momento?” “Si no habla ¿tiene autismo?”. Cuidado, pues la falta de conocimiento especifico es la que puede llevarnos a confundir la articulación de un sonido, con un símbolo que contiene un mensaje y se le agrega por ende la característica de ser intencional y funcional cuando en realidad no suele ser así.
Comúnmente, el lenguaje es definido como la capacidad que toda persona tiene de comunicarse con las demás personas, mediante signos orales, escritos, imágenes, y por medio de gestos o movimientos que contienen un mensaje con un significado. Por lo tanto, antes de referirse a las alteraciones del lenguaje como único síntoma previo del TEA es necesario diferenciar entre Habla y Comunicación, entre el desarrollo típico del lenguaje y el desarrollo atípico o desfasado, entre un trastorno del espectro autista y un trastorno propio del lenguaje, incluso de vivencia de eventos estresantes.
Las alteraciones del lenguaje más frecuentes presentes en TEA son: “Ecolalia, perseveración, entonación anómala, intereses restringidos e invasivos, selección atípica de las palabras y lenguaje pedante. Y los síntomas por defecto u omisión son: Faltas de iniciativa, déficit de atención a lo que dicen los demás, déficit de comprensión no limitado al léxico: Preguntas, fórmulas indirectas o idiomáticas, ironía y falta de flexibilidad en el uso de registro” según lo expuesto por Monfort y Monfort especialista en el tema. Sin embargo, no solo el lenguaje se ve afectado en las personas con TEA, puede verse afectado en muchas otras situaciones y en diversas patologías. Lo que en realidad afecta el lenguaje en las personas con TEA, es su objetivo comunicativo, es decir, su función social, se ve afectada la intencionalidad y su valor en cuanto a los significados compartidos socialmente. Se ve directamente afectado el desarrollo de las habilidades necesarias para comprender y compartir estados mentales y emocionales, propios y ajenos (Teoría de la mente) las normas de buena educación (cognición social) peticiones o preguntas indirectas, comprensión de metáforas, chistes e ironías, las cuales si nos damos cuenta hacen parte de nuestra vida cotidiana como seres sociales.
De igual forma, es importante en este punto que recordemos que el déficit del lenguaje en una persona con TEA representa dificultades en la comunicación interpersonal, a grados en los cuales los otros comunicativamente competentes no tenemos, de allí que podemos seguir este texto y atribuirle muchas posibles interpretaciones. Así mismo, podemos atribuir un sentido a su lenguaje verbal y no verbal, pero recordemos que en realidad no lo tiene cuando hablamos de TEA. Circunstancia desconocida por muchos que puede ocasionar confusión, y a veces etiquetas a conductas y personas, las cuales no se percatan de ello, y si se ven afectadas por las consecuencias de nuestra excesiva lectura y búsqueda de interpretaciones como psicólogos, padres, educadores, etc.
En síntesis, debemos profundizar como es la interacción de ese nene/a con los demás y consigo mismo para pensar en un diagnostico de TEA y las características de esa persona, mas allá de las dificultades del habla o del lenguaje. De allí, la importancia de constatar con los padres en la entrevista si la comunicación con su hijo es rara, difícil o dramáticamente complicada.
Finalmente, cabe recordar que el niño posee determinados mecanismos innatos que le sirven como preparación para la relación, pero el desarrollo social y el de la propia conciencia van a tener lugar a partir de procesos de interacción por medio del lenguaje. Esto le regresa al niño con TEA la posibilidad de desarrollarse como un ser con conciencia de sí mismo y de los demás, compartir y tomar lo compartido por otras personas.
Existen muchos estudios que evidencian cómo el tratamiento específico a temprana edad es más efectivo, tomo como referencia lo expuesto por Villiers: “la posibilidad de que los sujetos autistas que han adquirido suficientes habilidades lingüísticas podrían ser capaces de generar una comprensión adecuada de los estados mentales de la gente, de deseos y creencias; lo que podría dar a ciertos sujetos un camino para representar de una manera intelectual una comprensión de otras personas que no apareció de forma natural”. Es gracias a un adecuado diagnóstico y tratamiento, donde el lenguaje tome el valor comunicativo y no solo el rol de hacer hablar por hablar, lo que nos acerca a esta posibilidad.
DIFERENCIACIONES
ALTERACIONES
INTERACCIÓN
LENGUAJE Y CONCIENCIA

Caren Paola Rodríguez Rangel
Psicóloga (MN 44175)
carenpaola@gmail.com
15-6158-4678
Agosto 2016
Por Diego M. Herrera
“TRASTORNOS
DEL ESPECTRO
AUTISTA”
¿Qué es el autismo?
¿Por qué "espectro"?
¿Cuál es la psicoterapia más efectiva?
Autismo y psicoanálisis:
El error de lo puramente psicológico
El autismo antiguamente era considerado una psicosis infantil, podemos marcar un primer tiempo desde el año 1940 aproximadamente hasta 1960, donde el entendimiento y comprensión de este tipo de trastornos antiguamente llamado Trastornos Generalizados del Desarrollo (TEA), que afecta la maduración y desarrollo de los niños, era concebido y entendido y por lo tanto tratado desde una perspectiva puramente psicológica, desconociendo su etiología. Disciplinas como el psicoanálisis han teorizado acerca del autismo como un problema funcional que atañe a lo vincular en la familia, específicamente entre madre e hijo, estando “el problema” por así decirlo, en madres o padres que no daban el suficiente afecto a sus hijos, por lo que el problema era de etiología funcional, causas funcionales. Imaginemos los sentimientos de culpa que esta concepción sin evidencia empírica, ha generado y sigue aun generando en las familias y padres de niños, adolescentes y adultos con autismo. Decimos que sigue generando porque lamentablemente en nuestro país la mayoría de los abordajes que se están realizando son psicodinámicos, es decir, tratados por psicoanalistas, basados en la antigua teoría de Freud (1895) y post freudiana (1940) del funcionamiento mental, teoría no avalada por la Asociación Americana de Psicología (APA), por no poseer evidencia empírica de eficacia ni estudios de grupo que prueben resultados. Es decir, que pruebe que funcione, no solo para el autismo, sino para la mayoría de los trastornos que aquejan a los individuos.
Luego del año 1940, y con el avance de nuevos marcos teóricos, y otro tipo de psicologías basadas en evidencia (múltiples estudios que prueban eficacia, es decir, que funciona la terapia) como la Terapia Cognitivo Conductual, la Psicología Cognitiva, el Análisis Conductual Aplicado (método ABA), el avance de las Neurociencias, y ciencias cognitivas, se fue acercando hacia un abordaje diferente e integral en el autismo.
El autismo es un trastorno que afecta al desarrollo en grandes áreas: conducta, lenguaje, comunicación, cognición, y relaciones sociales. Los nuevos hallazgos en Neurociencias cognitivas prueban que el autismo es un trastorno de origen neurobiológico, es decir, hay evidencias de que el cerebro de un individuo con autismo no funciona del mismo modo que en una persona sin este trastorno. Primeramente se habla de “espectro” (Lorna Wing, 1995), porque hay múltiples formas de manifestaciones del autismo. Desde por ejemplo niños que no hablan, otros con comportamientos agresivos, otros que hablan algunas palabras y
no agresivos pero con poca vinculación. Hasta lo que se conoce como el “autismo de alto rendimiento”, mantienen conversaciones altamente complejas. A nivel conductual no hay mayor desorden, pero se manifiesta mayormente el trastorno en lo social, interpersonal, les falta lo que se conoce como habilidad social, “cognición social”, o teoría de la mente, esta última como la capacidad de imaginarse y pensar como pensaría o sentiría otro individuo. La habilidad social se refiere a las capacidades de una persona para ser funcional y eficaz a nivel relacional, hacer amigos, tratarlos bien, no agredir, etc. Esto afecta a todo el espectro.
Como se mencionó anteriormente, los hallazgos neurobiológicos son contundentes, a nivel neurofisiológico: anormalidades en la mayoría de estudios electroencefalográficos, prevalencia de mayor epilepsia en niños e individuos con autismo, (Tuchman, 1991), un 75% de individuos autistas posee además retraso mental (Kanner), en resumen y además, las personas diagnosticadas con autismo pueden ser muy diferentes entre sí. El autismo es un trastorno universal que se presenta en todas las razas y culturas, religiones, en Japón la tasa es alarmante, siendo el país que más personas con autismo tiene. La etiología genética hoy en día es indiscutible; continuando con los hallazgos neurocientíficos, se ha detectado que el 30% de personas con autismo poseen un perímetro cefálico más grande que la media, y que el mismo, se va desarrollando en la infancia, (Lainhart, 1997), aumento de densidad en el hipocampo, hipotálamo y amígdala, como también en el cerebelo, es decir el sistema límbico encargado de las emociones, hay mayor cantidad neuronas pero de menor tamaño igual que en el cerebelo (Bauman y Kemper, 1994), se evidencian alteraciones de conectividad entre lóbulo frontal y temporal con el sistema límbico (zona central del cerebro), estos lóbulos modulan y regulan las emociones y las conductas. El neurotransmisor serotonina (no solo responsable del ánimo sino las emociones y la voluntad), se encuentra alterado en muchos individuos con trastorno autista (Cook, 1996), podría estar dañada la síntesis de una proteína implicada en la generación de dicho neurotransmisor (sustancia de comunicación entre neuronas), el 60% de los estudios genéticos confirman mayor cantidad de autismo entre gemelos monocigotas (Bailey, 1995). Resumiendo, no cabe duda que el autismo es un trastorno del desarrollo de etiología neurobiológica, y con el desarrollo de las neuroimágenes se ha podido hallar todo lo mencionado. Aun faltan estudios y se sigue investigando el tema.
La buena noticia es que la Terapia Cognitivo Conductual (TCC) en personas con autismo es la más eficaz y probada para tratar el trastorno, logrando una comunicación a través de pictogramas (imágenes, ya que niños con autismo son predominantemente visuales), conductas mas adaptativas, funcionales, con el método ABA, se logra que los niños adquieran en algunos casos lenguaje o lo enriquezcan, se vistan solos, sean autónomos, aumenten su rendimiento cognitivo, extingan las conductas auto lesivas, (no se pegan a sí mismos), hay evidencias que el liquido cefalorraquídeo esta aumentado a nivel endorfinico en niños autistas que se pegan (Kolmen, 1995). Desde la niñez y en adolescencia se los entrena a nivel de habilidades sociales para ser más funcionales y que sus conductas sean más adaptativas a nivel social, tener amigos, salir, etc. De hecho quien escribe, ha trabajado con niños autistas que luego de este tipo de tratamiento en algunos casos como en el autismo asperger, se deja de cumplir los criterios diagnósticos, trabajando desde la niñez temprana.
DATO IMPORTANTE: El hospital Garrahan de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, desde hace muchos años solo prescribe tratamientos cognitivos conductuales para el abordaje de personas con autismo. Y es una modalidad de todo el hospital.
Esperamos que esta guía les haya sido útil.
Un trastorno de origen neurobiológico
TCC: La terapia más eficaz
