
Revista DM2
Diciembre 2017
Por Catalina Alarcón
y Caren Rodríguez
Retomando el tema de mi anterior artículo “Cuidando al cuidador de personas con Autismo” invité a la licenciada Catalina Alarcón, terapeuta de personas con CEA (Condición del Espectro Autista) a escribir conmigo esta columna, queriendo focalizar y profundizar sobre los elementos que pueden ser generadores de estrés, frustración, fatiga e incluso burnout (síndrome del profesional quemado) en los terapeutas que trabajamos en autismo. Así como en las medidas de alerta y autocuidado pertinente como parte de la buena práctica para la intervención.
Una de las razones por la cual, cualquier profesional de salud mental precisa autocuidado tiene que ver con el trabajo que desempeñamos, este requiere constante contacto con otras personas, en diversas situaciones, donde como terapeutas cumplimos un rol asistencial. Pero ¿Cómo se aprende a ser terapeuta para intervenir en Autismo? Para quienes trabajamos en el área de trastornos del neurodesarrollo y más específicamente en autismo, nos resulta un tema apasionante, a muchos nos atrapa la necesidad de saber más para poder intervenir mejor, al punto de absorber gran parte de nuestro tiempo, incluso el tiempo de ocio, lo cual ya es pauta en sí misma, de que no estamos cumpliendo con las medidas de autocuidado necesarias que debe tener cualquier profesional de la salud mental en el ejercicio de su profesión. La falta de autocuidado se va a ver reflejada en el decaimiento del desempeño, así como en la salud física y/o emocional. Sin embargo esta búsqueda de saber tiene ventajas y desventajas difíciles de sopesar muchas veces. Qué hermoso es trabajar con pasión y hacer lo que más nos gusta, no?
Cuando pensamos en los factores que nos hacen más vulnerables al estrés del terapeuta, podemos encontrar que: tenemos un trabajo muy solitario en la mayoría de los casos. Trabajamos en un campo donde aún no hay expertos, pero si muchos profesionales dedicados profundizar en diferentes aspectos respecto al autismo: evaluación y diagnóstico, tratamientos específicos, aspectos sensoriales, conductuales, motores, autonomía, vida adulta, inclusión, acompañamiento, entre otros. Ya que recordemos que el Autismo es una condición que afecta el avance de las diferentes áreas del desarrollo, de allí que un solo profesional no puede abarcarlo todo. Lo anterior conlleva a que la jornada laboral se extienda en exceso, perdiendo la noción de lo que ello significa; cuestión que a su vez deriva en la recurrente situación de recibir cuantiosos casos con variables niveles de complejidad propios del espectro. La suma de estos factores aunada a variables de índole personal de cada individuo conduce al deterioro y agotamiento paulatino del terapeuta, por lo que es importante no perder de vista esa delgada línea donde lo que nos apasiona puede ser algo que nos enferma o nos desgasta. Y somos muy susceptibles a ello, ya que muchas veces al encontrarnos haciendo lo que nos “apasiona” entramos en un círculo en el cual nos sentimos tan afortunados de hacer lo que tanto nos gusta, que restamos importancia a como nos sentimos.
Sin embargo podemos tener en cuenta algunas sugerencias para promover nuestro cuidado en el día a día lo que impactará positivamente en nuestras prácticas y en nuestra autopercepción de las mismas. Algunas de ellas son:
Concurrir a espacios de supervisión y formación continua, ajustados a las necesidades del paciente y del equipo.
Trabajar en equipo permite la discusión, fomenta el crecimiento profesional y sentirse acompañado.
Equilibrar la carga de casos (combinar casos complejos con otros que no lo son tanto). Buscar espacios de contención entre colegas que permitan brindar estrategias de apoyo a partir de sus propias experiencias.
Organizar el tiempo para la elaboración de informes y otros por fuera de la sesión y evitar llevar trabajo a casa. Respetar nuestro tiempo de descanso realizando actividades ajenas a la labor que desempeñamos, así como también un espacio personal de descarga, ya sea terapéutico, artístico, de ocio, etc.
"No ignores tu sufrimiento, pero no te olvides de disfrutar las maravillas de la vida, en beneficio tuyo y en el de todos los seres".
(Thich Nhat Hanh, El corazón de las enseñanzas del Buda, pp.12)
Catalina Alarcón, psicóloga.
MN 44317
Caren Paola Rodríguez, terapeuta TCC/TEA. MN 44175
eiccomportamental@gmail.com
www. eiccomportamental.com.ar
Colaboradoras Revista DM2
Imagen:
Obra "Ciclo irrefrenable"
(detalle), de Guillermina
Victoria
guillermina.victoria@hotmail.com
Sitio web:
wilhelmina18.wix.com/arte-victoria