
Revista DM2
Agosto 2016
Del inconsciente colectivo
a la función trascendente
Por Valeria Pérez
El crear y pintar mándalas se ha vuelto un entretenimiento y desarrollo de lo creativo en donde las personas sienten cierta sensación de relajación y bienestar, si bien esto es real su contenido es mucho más profundo.
Fue el maestro suizo Carl Gustav Jung, quien ha profundizado en el estudio de estas imágenes, a través de sus propias producciones pictóricas y dibujos circulares, encontrando diversos paralelismos entre diferentes religiones, filosofías de la India, y en la alquimia, descubriendo un sentido profundo de unión entre los contenidos culturales, étnicos y el desarrollo anímico individual de la persona.
En la lengua sagrada de la India, mándala significa “círculo” y representa la unión del individuo con su verdadera unidad y esencia, la imagen de Dios o Atman en el hombre.
En la psicología -mediante el trabajo terapéutico- estos surgen de manera espontánea y están presentes en las fantasías, visiones imaginarias, sueños, en estados de desequilibrio psíquico de los individuos, conflictos emocionales, desorientación anímica, pérdida de sentido de la vida, y en casos de disociación, como en la esquizofrenia donde la persona pierde el nexo con la realidad circundante.
Como misión, tienden a recobrar y ordenar el sentido de esa realidad psíquica alterada e inconsciente para el individuo en orientación a un centro unificador, un arquetipo, entendido como “un molde activo”, una disposición hereditaria universal presente en cada persona desde su nacimiento y que se ha ido trasmitiendo a través de los ritos y la tradición de forma colectiva.
Cada mándala individual está cargado de un potencial y contenido simbólico de aspectos inconscientes de la personalidad de quien lo dibuja, y mediante su expresión revela símbolos similares presentes in potentia en el “inconsciente colectivo” de la humanidad.
La descripción de la estructura simbólica y segmentos de los mándalas realizada por Jung los define como: círculos o ruedas, con un centro definido con un sol o estrella con radios, que mantiene cierto movimiento, presenta la cuadratura del círculo y tiene diversas figuras geométricas.
Estas iconografías representan una transformación psíquica y espiritual del individuo, a través de la integración de aspectos opuestos de la personalidad, denominada por Carl Jung, como “función trascendental”.
En cuanto a su alcance terapéutico es posible si acontece de forma natural y no forzada, ya que la psique se rige bajo un sistema instintivo de autorregulación y cuando espontáneamente la persona los realiza, expresa símbolos que representan aspectos integrados o no integrados, conscientes o inconscientes de la personalidad total o sí-mismo que pueden guiarla hacia su autorrealización.
"...tienden a recobrar y ordenar el sentido de esa realidad psíquica alterada e inconsciente para el individuo en orientación a un centro unificador..."
"Cada mándala individual
está cargado de un potencial y contenido simbólico de aspectos inconscientes de la personalidad de quien lo dibuja..."
"Estas iconografías representan una transformación psíquica y espiritual del individuo, a través de la integración de aspectos opuestos de la personalidad..."
