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Septiembre 2017

Cuando sí logramos decir que no, estamos declarando con autoridad, afirmando nuestra libertad y nuestra dignidad. Aunque suene paradójico, el “no” fortalece nuestra autoestima.
Decir que no es ejercer un derecho inalienable, a poner los límites que juzgamos necesarios para el desarrollo de nuestra personalidad. Cada vez que sentimos el deseo o la necesidad de decir que no, y no lo hacemos, percibimos que nuestra dignidad está comprometida. Cada vez que accedemos a peticiones inconvenientes, nos castigamos. Aunque salgamos del paso, disminuyendo la tensión y la incomodidad que implican decir que no, no podemos evitar la sensación de derrota.
Cuando sí lo logramos decir, el "no" se convierte en un símbolo del respeto por nosotros mismos, y del respeto que podemos ganarnos de las demás personas. La habilidad para decir que no, marcará cómo serán nuestras relaciones de pareja, amistad, familia o trabajo.
Adentro nuestro siempre existirá un espacio para la rebeldía. En algún momento, la sumisión, la mansedumbre o el seguidismo al deseo, interés o necesidad de los demás nos generará un grado de incomodidad. Cuando lo registramos, crece el respeto por nosotros mismos, y se nos activa la posibilidad de decir que no.
Decir que no nos ubica en el primer lugar de nuestras prioridades. “Primero yo” no es una declaración típica del egoísta, que en realidad piensa “primero yo, segundo yo, tercero yo…”. 
Ponerse en primer lugar es una decisión sana que emana de una auténtica autoestima, y resulta necesaria para lograr cualquier resultado. 
Para decir que no, no hace falta ser agrios o agresivos. Se puede poner límites con delicadeza y hasta con una sonrisa. El humor es un recurso muy útil para vestir un “no” que de por sí puede resultar antipático.
Aunque en teoría, el “no” es una de las declaraciones fundamentales, y no necesita explicación alguna, hay veces que dar argumentos de ese “no”, facilitan su aceptación. También es bueno ofrecer alternativas que acompañen ese “no”. Todo ello, siempre y cuando ese “no” haya sido claro, y directo.
Y que ese “no” lo haya sido primero para nosotros, para luego poder transmitirlo a los demás con la misma claridad, sin dejar dudas ni falsas esperanzas.
A través del coaching, la más poderosa herramienta de transformación personal, podemos aprender a decir que no, a poner límites, a ponernos en primer lugar.
Recién cuando aprendemos a decir que no, aprendemos también a decir que sí.

Dr. Mariano Rovatti
Coach ontológico profesional 
Tel.: 4432-8432 // www.marianorovatti.com.ar
Colaborador Revista DM2
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