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Septiembre 2017

En 2017 fui seleccionada por la UNESCO, Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura; en su sede mundial, para representar a la Argentina en la Semana de América Latina y el Caribe en Paris, Francia.
La propuesta fue que, por medio de mi actividad artística se expusiera sobre autismo desde el vínculo madre-hijo.                                                                                       Invitada por la Delegación Argentina ante la UNESCO, fui recibida en audiencia privada por el embajador Dr. Rodolfo Terragno, donde se trataron temas referidos a la inclusión escolar, autismo y bullying.                                                                                   
-Gestión del Dr. Miguel Angel Hildmann, representante permanente alterno ante la UNESCO-

Al cumplir dos años, mi hijo Juan Francisco, fue diagnosticado con TEA, Trastorno del Espectro Autista.
En esa peregrinación que iniciamos sin destino cierto, fui perdiendo en muy corto tiempo el contacto visual con mi niño, nuestra cercanía física natural y las formas de comunicarnos que conocíamos.
Los dos lloramos, mucho. 
Y fue así como fundamos un cielo que se mecía recóndito, en nuestro tiempo. 
Entonces, los silencios se devinieron absolutos, para tratar de comprender (intuyo).
Y sintiendo miedo, desconcierto y quebranto, todo giró a velocidades implacables. 
Porque mi pájaro, estaba herido de jaula.
Cuatro años después pudo mirarme, tocarme y comunicarse, manifestando emociones y necesidades.
En esa apertura, costó encajar, pertenecer y hasta respirar, pero seguimos progresando, comprendiendo y aprendiendo.  
Y en un entorno hostil, los estímulos sensoriales pudieron herirlo y afectarlo, pero nos atrevimos a resurgir. Porque cómo él mismo dijo, desde sus certezas, “El viento vuela con otro sabor”.
Nuestro presente horada su impronta en movimiento constante hacia un objetivo evidente y manifiesto: emancipar la utopía y aprender la levedad del pájaro. 
Concientizar sobre el autismo es imperante. Conociendo los síntomas podremos lograr una detección temprana para una intervención inmediata.
El autismo habla, es tiempo de escuchar. 
Hablemos de no exclusión, en vez de inclusión. Porque el mayor obstáculo para una persona con necesidades especiales, suele ser la intolerancia de quienes hacen de su entorno un sitio hostil e incapacitante. 
Como mamá de Francisco y artista plástica, propongo un recorrido visual que encarna nuestro vínculo y al que denominé “Memoria sensorial”, donde la impronta de nuestra búsqueda instintiva y natural, quedará como un manifiesto entre los dos:  “Emancipar la utopía y aprender la levedad del pájaro”.

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