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Septiembre 2016

"BROWNIE"

Clifford

Brown

El restaurador del jazz

Por Luis Pranzetti

“…pero antes de morir, dijo su nombre más oscuro, sostuvo largamente el filo de un discurso secreto, húmedo de ese pudor que tiembla en las estelas griegas donde un muchacho pensativo mira hacia la blanca noche del mármol. Allí la música de Clifford ciñe algo que escapa casi siempre en el jazz…”

(Julio Cortázar)

Clifford Brown es el trompetista más alabado después de Miles Davis. Ha trasplantado la influencia de Fats Navarro a la era del Cool Jazz de los años '50 y tuvo gran importancia para muchos otros trompetistas. La riqueza imaginativa de sus solos encuentran todavía hoy cálidos elogios por parte de quienes habían tocado con él. Clifford Brown es en cierto modo el “padre del Modern Bop”.Si bien los músicos negros tocaron también bebop en la primera mitad de los años cincuenta, fue con el éxito de “Brownie”, como se le llamaba, con lo que comenzó el éxito del bop moderno. Su muerte prematura abrió un interrogante no resuelto del todo en la historia del jazz.
Se formó en la estilística del bebop, y fue sin embargo un músico de transición entre dos corrientes: el cool y el hard bop. Algunos resolvieron la pregunta por el hipotético futuro que le hubiera tocado jugar a Brownie- de no haber muerto en 1956 en un trágico accidente automovilístico- con una fórmula que está en los libros. Según ésta, Clifford fue el primer músico de hard bop (bop duro), es decir, el hombre que restituyó al jazz el nervio y la fuerza perdidos durante el interludio orquestal del cool. La definición parece reforzarse en los datos de los últimos años del
 
músico: los trabajos con los bateristas Art Blakey y Max Roach; tendencia a la improvisación feroz, sobre escalas armónicas del bop, preeminencia del grupo pequeño (combo) por sobre un plantel numeroso y “arreglado”. Brown era un trompetista de ideas fascinantes y de fuego auténtico. Son muchos los músicos que lo nombran como su principal influencia. Tras su temprana muerte -a los 25 años- se formó alrededor de él un mito que algunos compararon con el que rodea a  Beiderbecke, con lo que Clifford llegó a ser “un Bix” del bop moderno.

La vida familiar de Clifford en su Wilmington natal lo predispuso en el desarrollo de su capacidad artística innata. Robert Lowery , quién fuera director de la Banda de la ciudad le dio las primeras lecciones. Estas fueron poco sistemáticas, pero fundamentales para un primer contacto con la música. Si bien no se puede decir que haya sido autodidacta, ya que tuvo provechosos encuentros juveniles con Charlie Parker, Fats Navarro y Dizzie Gillespie. Pero se puede situar a Brown en el prototipo de artista para el cual una formación escolástica puede arruinar los mejores años de su vida. Recordó Lowery: “No lo introduje en los libros. Le enseñé a oír. Es importante estar capacitado para apreciar sensualmente la música. Conozco personas con instrucción universitaria, que no tienen eso que lleva a un músico a improvisar. Y es porque no pueden oír.” 

música. 

En el transito del Swing al Bebop se modificaron los elementos estructurales del lenguaje jazzístico, a tal punto que muchos observadores se replantearon los límites, hasta entonces no del todo claros, de la semántica y la definición. Parte de esa transformación se sustentó en el nuevo uso de los instrumentos tradicionales.
El excentricismo revolucionario de Gillespie se manifestaba en una sonoridad de gran impacto, basada en una ampliación de los límites armónicos del jazz, y con el uso ilimitado de los ataques propios de la trompeta. Gillespie reproducía la onomatopeya africana y los cambios bruscos de dinámica.
La aparición de Miles Davis trajo una sensibilidad que aportó a la expansión del bop un lirismo solo presente antes,
en algunas melodías de baladas que tocaba Parker. Entre ambas líneas se ubicó el estilo de Clifford Brown.

 


Algunas de las ideas musicales que inmortalizarían a Miles entre 1958 y 1962, estuvieron latentes en los solos mejor concebidos de Brown. Se  construyó un lenguaje personal sobre un legado cultural originalmente asimilado. Como los acentos de su rítmica, Clifford parece caer fuera de los tiempos fuertes. A tantos años de su desaparición, el recuerdo de sus presencias corpóreas es más bien difuso, incapaz de sustentar el mito. Los clasificadores se discuten la pertenencia. Que ese muchacho plegado sobre su instrumento, vital y trabajador, más revolucionario que protestón, sea reconocido como un artista negro aún poderosamente influyente, solo puede entenderse desde la dimensión exclusiva e irrepetible de su música. A ella dio Clifford su vida entera, breve, concentrada. 

 


Entre los seguidores de Brown, hay músicos que podríamos ubicar en el hard bop casi “puro”: Bill Hardman, Donald Byrd, Lee Morgan, Freddie Hubbard y Art Farmer. 
Brownie no se autoexterminó en feroz carrera contra la vida como Bix o Bird. No tuvo caídas al infierno para contar luego sus visiones, como las heroicas recuperaciones de Miles Davis. Su sentido del espectáculo era minúsculo al lado del de Dizzie. Se desentendió de todo misticismo que hubiera que adosar, ex profeso, a un arte que quería tenso, controlado y hondamente lírico desde su propia realidad. Y en el tiempo que a muchos les lleva enderezar un rumbo, Clifford vivió su vida urgente diciendo solo lo importante.

Luis Edgardo Pranzetti
Guitarrista de jazz y blues.  Integró "Swing 39", "Swing Up", "Santa María Jazz Band".  
Compartió escenarios con 
Roberto “Fats” Fernandez,
Walter Malosetti y 
Ricardo Pellican,
entre muchos otros.
Colaborador Revista DM2 
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