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Por Leticia Cohen

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Época de fiestas y vacaciones. Aún sigue siendo problema para muchas familias, en general, a algunas les pasa y a otras no

Durante el año las personas tratan de estar mejor afrontando diferentes actividades, aprendizajes, terapias, aspectos religiosos y espirituales.  Sin embargo, llegan las fiestas y las vacaciones y aparecen discordias que producen sufrimiento, alejamientos, malos momentos. 

En Navidad se festeja el nacimiento de Cristo. Me pregunto si se tiene presente el mensaje crístico de ayuda, comprensión, solidaridad, amorosidad, consciencia, humildad; o sólo se piensa en la comida, la bebida y los regalos. Se gasta lo que no se tiene y se producen deudas que conducen a conflictos personales y relacionales. 

Los comercios y los vendedores ambulantes están de maravillas porque venden mucho los días previos a la festividad. Las tarjetas de créditos se abultan y no se piensa que hay que pagarlas; hay que comprar, comprar y comprar para regalar, comer y beber. Y ¿dónde está lo religioso, lo sagrado, lo que se recuerda, los significados de cada festividad? 

Para año nuevo, lo mismo. Termina un año y comienza otro. Abundan los deseos de unas fiestas felices, de un año mejor y próspero.  

¿Y cómo se pueden tener unas fiestas felices y un año mejor si todo está afuera, todo es enajenación, corridas, ruido, ajetreos, inconsciencia? y no sólo lo mencionado; también contribuye a los malestares el tema de cómo, dónde y con quién o quienes se pasan las fiestas. Esto es causa de controversias, discusiones, enojos, acentuación de las enemistades. Seguramente muchos de los que están leyendo esta nota saben bien de lo que estoy hablando.

La introspección necesaria, la reflexión, el mirar adentro, el hacer balance ¿Dónde están? Para ello se necesita silencio, recogimiento, estar con uno mismo, darse cuenta, tomar consciencia. Si esto sucede, podemos mejorar, prosperar y también aceptar lo que no podemos mejorar, con consciencia.

Con las vacaciones sucede algo parecido a las fiestas en el sentido  de la preparación para las mismas. Mucho movimiento se genera previo a este evento. Buscar lugar o si se tiene y se comparte, coincidir fechas; con quién se va (padres, suegros, hermanos, hijos, amigos)  los que quieren ir y compartir y los que no quieren; qué se lleva, lo que hay que comprar, etcétera, etcétera, etcétera. Se piensa en las vacaciones para descansar, pero lo previo es también cansador y productor de discusiones, desencuentros, angustias. Cuesta mucho acordar, asentir, compartir, y esto agobia. Algunas veces las vacaciones suelen transformarse en momentos indeseables, difíciles, dolorosos y disparadores de conflictos posteriores. 

Qué tiene que ver todo lo dicho con Los Órdenes del Amor y las Constelaciones familiares? Pues mucho, ya que lo que se enuncia en esta modalidad es reconocer lo que es, sanar los vínculos, respetar las jerarquías, tomar el pasado con lo bueno y con lo malo, equilibrar el intercambio entre el dar y el recibir.

Si se tienen claras estas cuestiones y se toma consciencia de que se tiene que resolver lo que angustia, oprime y pesa en vez de quejarse y juzgar, se puede estar en el presente y tomar decisiones desde una posición adulta, con sensatez y madurez, la que proporcionará alivio en las diferentes circunstancias que hay que afrontar en la vida.

Los invitamos a participar de esta experiencia sanadora. 

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