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Noviembre 2017
(Parte III)

   Las heridas emocionales son heridas de desamor afectivas. En estos casos, lo más probable es que el consultante no se haya sentido nunca amado incondicionalmente, por lo tanto no ha podido desarrollar la autoconfianza.

 

   La aceptación incondicional se refiere a que la persona sea amada tal como es, más allá de sus comportamientos o conductas. Inclusive, que se sienta amada en aquellos puntos donde ella misma no se ama. 


   Un modo de trabajo es el encuentro empático  ofreciéndole al paciente la seguridad de la incondicionalidad dentro del dispositivo terapéutico. Guiándolo de este modo a encontrar su potencial,  dándole un espacio de contención permitiéndolo sentir que va a ser comprendido y no juzgado.  Ayudarlo a reconocer los recursos positivos que tiene. Es decir, asegurarle que es digno de amor, generando en él/ella la confianza básica que se encuentra debilitada por la inseguridad que genera la sensación de carencia y, generando así, su propia independencia y por lo tanto su  autoestima. 


   De este modo, el terapeuta es un guía que ayuda al paciente a encontrar lo positivo hasta poder amarse y reconocer los motivos que tiene para hacerlo.
 

   No hay un método o una forma única de realizarlo, cada paciente es único y el encuentro con su mundo interno es personal. La mente iluminará la emoción a través de su capacidad de comprensión. La idea sería ir desde lo más oculto hacia la luz. La luz sería el conocimiento de uno mismo.
 

   El proceso no es unidireccional, es continuo y se retroalimenta entre una fase y la otra.
El respeto hacia lo que se siente es un factor primordial; la observación de sí mismo sin juicios previos, sólo observando y describiendo como si se observara algo externo. Sin crítica, sin censura. Es decir, primero el conocimiento, luego la aceptación y el respeto. 
Así podrá ir encóntrandose la  armonía interior.            Un recorrido puede ser el siguiente ante el dolor afectivo:

 • Reconocimiento de     emociones 
   y pensamientos           asociados.
•  Aceptación incondicional de los mismos.
•  Observarse. 
•  No juzgarse.
•  Sólo describir lo que se observa.
•  Conocerse.
•  Aceptarse                     incondicionalmente tal como se es en el aquí y ahora.

   Esto no significa que propongamos seguir un esquema rígido de tratamiento, pero sí tener en cuenta estos aspectos en tiempo y forma según las técnicas y cada paciente en particular.
 

   Desde el trabajo con las emociones podremos comenzar a reconocer donde se encuentra la sensación de carencia afectiva de la persona. Y así trabajar con la decodificación de cómo circula el amor en el entorno familiar y social de la persona, Y como lo vivió el/la paciente. 
                                            

EL DESAMOR SE CURA CON AMOR
(Parte II)

   El ser humano desde que nace necesita sentirse amado. Los primeros en satisfacer esa necesidad son los padres (entorno emocional del niño). Por diferentes circunstancias en la vida la criatura puede crecer con carencia de afecto (a nivel psíquico esto es tan grave como haber crecido con alimentación insuficiente).


  Al tener una necesidad no satisfecha, se la busca saciar. En este caso es afecto.Por eso muchas veces actuamos en apariencia como seres egoístas. El temor hace que todo aquello que sintamos como similar al amor lo intentemos retener para nosotros mismos evitando que se “escape nuevamente". 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


   “En algunos casos, las conductas tenderán a ser narcisistas, reduciéndo la capacidad de intercambios afectivos. Buscará sanar heridas tratando de retener el amor sólo para sí mismo. De esta forma la búsqueda de la felicidad será mayormente infructuosa. Se busca ante todo la condicionalidad, o sea, responden las heridas narcisísticas y emocionales del ego. 
El ego se torna como un centro gravitatorio que busca atraer hacia sí mismo, y retener, todo aquello que interprete como posible manifestación de amor y de sentirse poderoso. 


   La “acumulación” de bienes, de poder, de supuesto amor, le otorga una falsa sensación de seguridad. Esto se debe a que siente, básicamente, una falta, lo que da como resultado un Yo débil, carente de autovaloración. Se produce, de esa forma, un constante desequilibrio en la personalidad, que intenta obtener su propia fortaleza.” “Estas características provocan miedo en las personas; sobre todo a perder desde afecto hasta dinero, poder, trabajo, etc .” 


   Existen el egoísmo consciente y el inconsciente, este último es el que deriva de la carencia afectiva-primaria; el consciente se apoya en estas carencias, pero tiene capacidad de darse cuenta desde el adulto que somos hoy. 


   Es necesario como terapeuta trabajar las heridas de afecto-amor del consultante. Y ayudarlo a reconocer sus potencialidades y fortalezas. De esta manera trabajando desde lo positivo también lograremos que vaya encontrando su propia capacidad de amar y de vincularse con los demás de forma sana, sin el egoísmo que busca satisfacer exclusivamente sus propias necesidades. Saber amar y no sólo esperar ser amado (en cualquier vínculo afectivo importante).
“La conciencia de la separación humana (sin la reunión por el amor) es la fuente de la vergüenza, de la culpa y de la angustia, la necesidad más profunda del hombre es la necesidad de superar su separatividad, de abandonar la prisión de su soledad.” (Erich Fromm, El arte de amar).

"El temor hace que todo 
aquello que sintamos 
como similar
al amor 
lo intentemos retener para nosotros mismos"

Lic. Yanina Piccinni - Psicóloga
    yagapi@yahoo.com.ar 

Cel.: 15-5817-4860
Facebook:

"Lic. Yanina Piccinni"
Autora del libro “Colores del alma” (2003), y co-autora de

“El amor como forma de vida” 
junto a la Lic. Liliana Crivelli (2016)

 "El amor como forma de vida"  
Yanina Piccinni - Liliana Crivelli-

Ed. Tahiel

Colaboradora Revista DM2

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